La escuela para la vida

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Julio César Arboleda

Keywords

Credibilidad, Comprensión sensible, Alteridad

Resumen

La escuela para la vida está fundada en la credibilidad ética, en la acción consecuente, social y planetariamente sensible. A contrapelo de este radical de la educación, la nuestra contradice los fines más sentidos que la compelen a desarrollar acciones a favor de la vida, con respeto y estima a la diversidad y a las dinámicas evolutivas; pone al margen de su actividad los saberes, sentires y haceres que abrazan la tierra; se embebe en “la rutina, la inercia, la atomización de los individuos… hace que vivamos “de prestado”, sin un punto de anclaje que dé consistencia a nuestra vida (Ortega, ob cit).


Educar para la vida precisa de la escuela la orientación de escenarios para afirmar la pluridiversidad de la vida, lo que pasa por reconocer y dignificar los territorios como complejo interrelacionado de tierra, de cuerpos, espiritualidades, cosmovisiones y culturas diversas. Donde los agentes educativos se sepan otros y vivan la experiencia de saber ser otro, de acoger al otro en la alteridad. En este punto la educación ha de corazonar, ha de promover el desarrollo de desempeños corazonadores, de razón sintiente, que conecten al educando con la vida para que aprendan y piensen vivenciando, es decir comprendan, y también sientan las comprensiones a fin de que puedan valerse de estas (de los conocimientos, reflexiones, actitudes, valores, habilidades, destrezas, saberes y sus aplicaciones) de modo edificador, con sentido de vida, de manera sintiente, que les permita hacer, o saber ser testimonio, obra de vida, honrar, cuidar, nutrir la vida. 


Frente a este hecho que traza al mundo educativo, se requiere de proyectos y procesos pedagógicos sensibles con la existencia y la vida; posturas y asunciones que concedan un lugar relevante al desarrollo de la comprensión, que hagan de ésta un estilo de educar y educarse, de formar y formarse, pero que vayan más allá de la información y aplicación plana de conocimientos y saberes, y de la comprensión cognitiva y conceptual presente en comprendedores formados para usar sus potenciales en ambientes que finalmente aceleran y atomizan la vida bajo el sintagma sobre el cual navega el desarrollo de competencias en el orbe educativo y de la productividad económica, tecnológica y científica.


La educación para la vida ha de levantarse sobre sintagmas comprensivos, si, pero abrazadores de vida, con sentido ético, edificante, ótrico (léase, acogiente), y con soporte en criterios de peso como es el caso de la credibilidad, la cual es del tamaño de las acciones coherentes que han de desplegar los agentes involucrados en aquella, una formación en la credibilidad ética, que persiga formar de verdad seres social y planetariamente responsables consigo mismos, con el otro y lo otro que precisa el cuidado de la vida. Porque de acuerdo con Ortega, los humanos siempre estamos en deuda con el otro, y nunca podremos hablar de vivir con la conciencia tranquila, porque “...en la relación ética con el otro no puede haber tranquilidad de conciencia ante el temor de no haber sido lo suficientemente responsable con él (Ortega y Romero, 2022, 241).


Se precisa una visi-acción educativa y pedagógica que incluya a la antropología y la ética como dispositivos para enfrentar el drama social que engloba a la educación, “marcado por la indiferencia y la frialdad social, el individualismo, la deserción de las jóvenes generaciones de las instituciones públicas, la pérdida de influencia de la familia y la escuela en la socialización y educación de los adolescentes y jóvenes” (Ortega, 2022). En sintonía con el compromiso sensible de “ordenar” la convivencia ciudadana las instituciones públicas han de desarrollar proyectos pedagógicos de basamento antropológico y ético, siendo referentes para ello la pedagogía de la alteridad y similares de corte edificante. Tal desarrollo eleva la credibilidad de las instituciones y de los agentes que intervienen en la formación y en las praxis sociales y culturales. En efecto, la credibilidad de la escuela se expresa, entre otros hechos, en la acción de sus docentes. Desde una perspectiva pedagógica que subraye la ejemplaridad, el hecho de ser testimonio de formación para la vida -- la actitud de compromiso ético con la vida, de responsabilidad consigo mismo, con el otro y con lo otro -- constituye un desempeño de comprensión-acción abrasiva que configuraría a los agentes educativos como referentes de experiencia ética frente a la función de educar y a los principios más sentidos que han de soportar toda actividad educativa.


La vida constituye una red de relaciones. El fluir de la vida corre paralelas con la conservación, mejor, la no alteración sistemática de los ciclos y transiciones de la evolución; ello es condición para un buen vivir, o si se prefiere, para un vivir “sabroso”. El ser humano ha de aprender a saber ser parte del pluriverso vital, del entretejido interdependiente de mundos humanos y no humanos; su actividad productiva y generativa, ahí la ciencia en su diversidad y la forma de asumirla, son trascendentales para ello. Acaso precisemos en esa vía de una credibilidad ética inherente a los modos de conocer, enseñar y formar en la alteridad, de un aprendizaje comprensivo edificador que dure toda la vida. Porque la expresión “comprensión edificadora” es un decir haciendo, o mejor, más que un decir, hace, es un hacer, y no cualquier hacer: es un saber hacerse mejor ser del complejo interrelacionado del cual hace parte. He ahí la necesidad de repensar con mentalidad comprensivo edificadora, civilizatoria, las conceptualizaciones y prácticas educativas contemporáneas (Arboleda, 2020).


Urge educar en la formación, lo mas temprana posible y de modo no invasivo o adoctrinante, de consciencia de otredad y alteridad, de vida común; que ejercite al educando en el acto pensar, de usar operaciones mentales, representaciones y estrategias para proceder en la vida, potenciándola. Quizas ello permita construir mayor sentido de vida, en clave de consciencia actuante, sintiente, edificante, para el cuidado de sí, del otro y de lo otro. Esa sería una escuela para la vida, para el respeto y cuidado de la vida; una escuela acogiente y estimada, habitat del pensamiento sintiente, de comprension edificante, en lugar de desestimar la conciencia, o de estimar una consciencia y pensamiento excluyentes, centrados, que soslayen bien la alteridad bien la individualidad. Un reto, por lo demás, contracultural, intenso.

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Referencias

Arboleda (2020). Educar para la evolución de la vida humana y planetaria. Una perspectiva comprensivo edificadora. Revista Boletín Redipe, /9/6: https://revista.redipe.org/index. php/1/article/view/998

Gutiérrez R, RM. (2022). La pedagogía constructivo edificadora y la formación del sujeto en la educación. Revista Boletín Redipe (11/7).

Ortega R., P. (2022). La cuestión de la credibilidad. Revista Boletín Redipe (11/7).

Ortega, P. y Romero, E. (2022) La educación moral a partir de Levinas: otro modelo educativo, Revista Española de Pedagogía, 282, pp. 233- 249.